Hace muchos años practiqué el boxeo aunque no se me note actualmente. Pero el deporte me sigue gustando aunque no soy muy fan de ver las peleas.
En uno de los tantos entrenamientos, hay una parte donde tienes que golpear el costal, el coach segundos antes de terminar con la rutina dice la siguiente palabra: “diez”. Que significa que en los últimos diez segundos de tu rutina debes de dar tu máximo potencial en fuerza, en golpes y en rapidez.
Aunque parezca tonto todas las cosas que hacemos por muy mínimas pueden servirnos para el futuro, solo es cuestión que te hagas consciente de las cosas para poder sacar provecho de ellas.
¿Esto cómo se aplica a la productividad en tu área? Te cuento como lo aplique a mi trabajo:
Lo primero es identificar las tareas que te duelen, esas tareas que estás haciendo, que a la mitad quieres dejar de hacer y que en su mayoría dejas de hacer.
Es normal que esto pase, el cerebro está acostumbrado a hacer tareas con la menor energía posible y si el cerebro nota que eso que estás haciendo te estresa, entonces te mandará señales para dejes de hacerlo y las reemplaces por cosas que te generen dopamina, por eso tenemos distracciones con el celular, con una mosca o con cualquier cosa que te saque de ese esfuerzo.
A pesar de que hay muchos métodos para evitar las distracciones y mejorar la productividad, habrá un momento en el que fallaremos y es normal que a cualquiera le pase.
Desde hace un tiempo vengo probando una forma de no sentirme mal cuando no termino una idea o tarea en el día y es aplicando lo que aprendí en el boxeo y la he llamado la técnica “del diez”.
La técnica es súper sencilla con lo que cualquier persona puede hacerla sin necesitar nada más que recordarla y aplicarla. Esto garantiza un aumento de productividad gradual pero efectiva con el paso del tiempo.
¿Cómo funciona? Cada vez que “sientas” que te estas distrayendo, que empiezas a bostezar, que entran pensamientos que no se relacionan con la actividad que debes estar haciendo y que además empiezas a tener tus tics personales de ansiedad como morderte las uñas, mover las piernas, rascarte y demás, dedícale 10 segundos extras más enfocado.
Date el permiso de abandonar la tarea y de procrastinar cuando termines tus “diez”. Esto te ayudará a “sentir” que la tarea, a pesar de no estar terminada sabes que se avanzó un poco más y te sentirás mejor.
Pero Klinsmann, diez segundos es muy poco y no me alcanza para lo que estaba trabajando….
Por eso siempre que quieras dejar de hacer una tarea aplica los Díez antes de dejar de hacerla y tal vez en un día no se vea la diferencia, pero si multiplicas en un año esos 10 segundos agregados será una cantidad considerable de productividad.
Lo interesante de este método es que te impulsa a agregarle más tiempo, a lo mejor descubres que puedes agregar un minuto extra, con la práctica se llega a 5 minutos extras y así sucesivamente hasta llegar a la meta que tenías planeado.
Con este simple cambio tan pequeño puedes lograr una gran diferencia y quiero terminar con esta historia que leí en un libro:
Si un avión cambia unos grados al volante de un viaje de una ciudad a otra, tal vez al principio no se note la diferencia de los cambios en el volante pero después de horas con ese simple cambio puede dar como resultado que terminen en otra ciudad.
Pequeños cambios hacen grandes proyectos.